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El COMPROMISO es un fenómeno universal. Se ha argumentado que una de las cosas que distinguen a los seres humanos del resto de los seres del reino animal es que tenemos la capacidad de generar compromisos y de actuar coherentemente con ellos. Sin compromiso no podríamos coordinar acciones. No tendríamos instituciones, tales como el matrimonio o las empresas, y no serían posibles hechos cotidianos, tales como encontrarnos a tomar un café con
alguien. La vida sería una serie de acontecimientos azarosos. El futuro nunca podría ser más que una extensión mecanicista de lo que ya ha ocurrido antes, y la vida, en su mayor parte, estaría determinada por las circunstancias.
La capacidad de comprometernos es probablemente el aspecto más destacable y constitutivo de nuestra existencia como seres humanos. A pesar de esto, la palabra “compromiso” y lo que ella significa es casi siempre transparente
para todos. La mayoría de nosotros estamos de acuerdo con que el compromiso es importante, pero vivimos como si se tratara de una mera convención y los resultados son una función de fuerzas y factores fuera de nosotros. Más aun, generalmente consideramos la idea de compromiso como dentro del orden de lo “moral”, por lo que aquellos que no cumplen con su palabra son “malos” y aquellos que sí lo hacen son “buenos”. Desde esta perspectiva estamos esencialmente entrenados para contraer sólo aquellos compromisos que estamos seguros de poder cumplir, basados en nuestra experiencia previa. Esto es reforzado por especulaciones, explicaciones y justificaciones acerca de lo que podría pasar si faltamos a la palabra empeñada. Sin embargo, las explicaciones y justificaciones son en sí
mismas proyecciones del pasado en el futuro. Esta perspectiva es errónea y constituye un obstáculo que nos desalienta a asumir riesgos, dificulta nuestra responsabilidad respecto de la acción y nuestra relación con el compromiso, y limita las posibilidades de generar cambios positivos.
En primer lugar, el compromiso es una acción. Comprometerse es crear algo que anteriormente no existía. En el momento en que se lo contrae, un compromiso es un acto creativo, diferente de cualquier razón o racionalización para hacerlo. Esta acción es ejecutada por y entre seres humanos, permanentemente.
Ya sea que nos comprometamos a encontrarnos con un amigo, a pagar una cuenta o a ir a la escuela, estamos siempre moviéndonos dentro de una trama de compromisos conscientes o inconscientes. La acción de comprometernos está siempre conectada con el futuro, con otra acción, acontecimiento o resultado. Cuando nos comprometemos, estamos diciendo “yo soy responsable por algo que ocurrirá en el futuro, que no ocurriría en ausencia de mi compromiso”.
Una característica del compromiso es que existe sólo en nuestro hablar y escuchar: en el lenguaje. Un compromiso ocurre en la conversación como una “acción lingüística” que hace aparecer ciertas condiciones futuras como posibilidades que, al ser cumplidas, se transforman en una nueva “realidad”. El poder del compromiso es ser la única acción de la cual son capaces los seres humanos en la cual el futuro y el presente aparecen en el mismo momento. Cuando yo prometo encontrarme con alguien, en el momento mismo de hacer la promesa, estoy evocando el tiempo y circunstancias futuras de nuestro encuentro. Me estoy comprometiendo a estar en el lugar y el momento que hemos determinado. Del mismo modo, el que pidió el encuentro o aceptó el ofrecimiento se compromete a lo mismo. En ese sentido, tanto prometer como pedir son compromisos a participar en la creación conjunta de un futuro en particular. Si no me hago cargo de mis promesas y pedidos, no serán escuchados como compromisos y no querrán coordinar acciones conmigo. El resultado será caótico, producirá desconfianza o enojo y eventualmente dejaremos de comunicarnos o –lo que es más frecuente– acordaremos implícitamente hacer lo que las circunstancias permitan y evitaremos el tema de la responsabilidad por nuestras acciones.
PARA REFLEXIONAR… en nuestra época EL COMPROMISO ¿Qué es? ¿De qué se trata? ¿Qué significa comprometerse? ¿Qué implica en nuestras vidas el modo en que entendemos el compromiso? ¿Qué consecuencias tiene el comprometernos y el mantener o no la palabra empeñada? ¿Qué relación tenemos en nuestra vida cotidiana con nuestros propios compromisos y los de los demás?; y, lo que es más importante aun, de qué manera nuestros compromisos se relacionan con nuestra satisfacción, con nuestra efectividad para lograr lo que nos proponemos y con nuestra capacidad para ejercer nuestro poder y ayudar a otros seres humanos a que ejerzan la suya.
Texto extraído de Libro “Liderazgo” de Jim Selman
María del Carmen Vega
Master Coach de AAPC
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